Crucemos esta pena y no volvamos
la mirada atrás. Hay nubes blancas
allá sobre los cerros, y algo dulce
nos llama con su voz enamorada.
Con las manos espesas de ternura
cruzaremos las veredas y montañas
hasta llegar a un sitio donde todos
los besos echen alas
y se nos amontonen como frutos
maduros en el alma.
Podremos ver el sueño, ver la brisa,
y hasta vernos las almas...
Jorge Debravo, poeta costarricense (1938 - 1967)